Una de las lecciones estoicas que más nos gusta y que tiene que ver con cómo debemos relacionarnos con nuestro destino, es la analogía del perro atado a una carreta.
El perro atado a la carreta
La carreta estaba guiada por dos caballos, animales mucho más fuertes que el perro. Por lo que este, que estaba atado a la carreta, tenía dos opciones:
- Caminar junto al carro valiéndose de la longitud de su correa y disfrutar del camino e ir explorando el paisaje.
- Resignarse al avance del carro y clavar sus patas en el camino.
Haga lo que haga el perro, el destino será el mismo, en ambos casos el carro seguirá adelante, pero la experiencia del viaje será muy distinta. Si el perro elige la primera opción, podrá resultar un viaje gratificante e incluso placentero, disfrutando del camino. Pero en el caso de elegir la segunda opción, sufrirá dolor y frustración, y por supuesto no le servirá de nada.
Por tanto, cuando haya un destino inamovible, en tu mano está qué decisión tomar. Como diría Séneca:
El destino guía a quien lo acepta y arrastra a quién lo rechaza
Séneca